Tuesday, November 15, 2005

Capitlo V La Repugnancia

Cuando no trabajaba, al cancodrilo,
mucho le gustaba la fiesta.
Siempre estaba de parranda,
juergas y mujeres.
En los bares
casinos y burdeles
nunca estaba solo,
porque su dinero
atraía todas las simpatías.
y anestesiaba su soledad.
De pronto, los lugares de perdición
se volvieron sus mejores oficinas.
Era el capo.
Nadie lo criticaba.
Nadie se atrevia con él.
Entonces el se aburría.
Y se largaba, hacia otro juerga.
Se iba a desafiar y conquistar
a cualquiera que aún no lo conocíera.
Con su dinero, sus astucias
o su legendaria temeridad.
Le gustaba la novedad.
Muy rápido se cansaba
de lo que ya tenía.
Su apetito seguía siendo insaciable.

Desafió al ejército....
ningún general resistió
a sus cañonazos de millones de pesos.

Desafió a los políticos....
Por miedo a un golpe de Estado
le ofrecieron las riendas del país...
a todos los corrompió

Como no le parecía suficiente
Desafio a los dioses....

Compró a los del Vaticano
y eligió al Papa...Pero de nada sirvió .

El Cancodrilo
aún tenía hambre...
......cuando ya .......
lo tenia todo comido.

Todas las noches
y parte de los días
seguían las parrandas.
El mucho se reía.
Y cuando reía
se veían sus dientes,
sus dientes de cocodrilo.
Esos dientes siempre hambrientos
que desde los tiempos más antiguos
aterrorizaban la imaginación.

Y por eso la gente lo temía
y nunca reía...
de miedo
a la risa
.... que los comería.......